La confusa realidad entorno a la prohibición de bolsas plásticas en Chile

Chile es pionero en Latino América en darle fin a las bolsas plásticas en el gran comercio y con un alto apoyo ciudadano. A un año de su promulgación, según datos de Ministerio de Medio Ambiente se ha evitado la distribución y uso de 2.000 millones de bolsas plásticas. 
Un 80% de la contaminación de los océanos proviene del plástico, el cual demora 400 años o más en degradarse, un aspecto determinante que a nivel mundial ha encendido la alarma medio ambiental, aplicando regulaciones como la de prohibir las bolsas plásticas e idear innovación y tecnología en crear materiales más amigables con el planeta, alternativa que dio hincapié a discutir la perfección de la ley de prohibición de bolsas plásticas. 
La ley 21.100, a un año desde que inició, sigue en discusión respecto a qué aristas se le agregarían, de hecho, en el senado actualmente se discute un nuevo proyecto que modificaría la regulación, en el cual se pretende restringir la venta de platos, vasos y cubiertos plásticos, además de dar fin a la comercialización de productos contenidos en envases o botellas de plástico u otro material de compleja degradación. A través de estas modificaciones se espera que la ley se asimile como un código de protección medio ambiental. 
Además, se discute que la norma obligue a las empresas del retail y supermercados de dar gratuitamente bolsas reutilizables, modificando principalmente el artículo 3 de la ley 21.100, sugiriendo el siguiente texto “No obstante lo anterior, será de responsabilidad del establecimiento de comercio proveer de algún sistema de embalaje reciclable que no contenga como elemento principal algún tipo de polímero derivado del petróleo que permita el transporte de los productos, sin costo asociado al consumidor final”. Sin embargo, los expertos son más cautelosos sobre el tema, ya que no necesariamente la prohibición de este material garantiza un menor impacto ambiental. 
Como toda medida tiene sus pros y contras, lo que está claro, es que al parecer la vía de prohibir de manera tajante un tipo de material y su funcionalidad sin establecer parámetros claros y hacer un estudio exhaustivo sobre la cultura del consumidor, provoca otros problemas adicionales que ya se han manifestado. Por ejemplo, está el caso de Argentina, donde a un año de la prohibición de las bolsas plásticas en los supermercados de la Ciudad de Buenos Aires, declaran que la medida fue contraproducente, puesto que no necesariamente la prohibición de las bolsas conlleva a mejores prácticas, ya que de acuerdo con palabras de Ecoplas para el periódico Clarín, la nueva medida desincentivó el reciclaje, aumentando la basura en rellenos ya que los consumidores no realizan separación en sus casas por no disponibilidad de bolsas. 
Esto también ha traído un costo económico y social, con pérdidas millonarias por parte de la industria y centenares de personas sin trabajo. En nuestro país, la situación es similar en la industria, ya que se han cerrado fabricas completas y varios trabajadores han sido afectados. 
Según nos comenta la Dra. María José Galotto, Directora de Laben Chile y Co-Inventa, “para evaluar el problema hay que pensar en la cultura del consumidor y el ciclo de vida completo. Prohibir las bolsas de plástico significa que tenemos que encontrar otro material como alternativa. Una alternativa conocida son las bolsas de papel que se usa ampliamente hoy en día, lo que causa un enorme impacto en nuestro medio ambiente también, debido a la cantidad de árboles que se talan por este motivo, su huella hídrica asociada y la evaluación de todo su ciclo de vida”. 
Muchas veces estas bolsas no están pensadas para ser reutilizadas y no poseen las propiedades mecánicas suficientes para el trasporte de productos pesados, congelados o húmedos. La directora del programa Co-Inventa agrega, “este análisis puede aplicarse a otros ítems como por ejemplo los plásticos de un solo uso en general, donde las alternativas que existen actualmente en el mercado para un producto específico, no necesariamente el plástico es el peor evaluado, sino que muchas veces es todo lo contrario, pero siempre es caso a caso, de acuerdo a la funcionalidad del diseño, los materiales utilizados y otros factores. Entonces, si queremos hacer bien las cosas, ¿por qué entonces no hablar de análisis de ciclo de vida?, ¿Por qué no evaluar antes los costos sociales y económicos que una prohibición de estas características ocasiona?, ¿Por qué declararle la guerra a un material solo por la razón que no somos capaces de disponerlo y usarlo de la forma correcta?”. 
Muchas de estas interrogantes técnicas no encuentran amparo, incluso con la Ley de Responsabilidad del Productor (REP) ad-portas de ser implementada para el sector envases y embalajes, no cuenta tampoco con definiciones claras de qué se entiende por reciclable, compostable, reutilizable, y cómo se van a evaluar los impactos ambientales.  “Esto provoca inevitablemente mucha incertidumbre dentro del sector productivo, que realiza esfuerzos dentro de lo posible, con un consumidor poco informado en estos temas, fuertemente influenciado por campañas tendenciosas que no buscan aunar criterios, ni informar de manera correcta”, agrega. 
Entendamos que los envases plásticos en general, no son un residuo, sino un recurso. Si se los separa correctamente en los hogares sirven de materia prima para la industria del reciclado plástico y abren la posibilidad de que con ellos se puedan producir otros productos. Este concepto está en línea con la nueva tendencia mundial de la economía circular dado que, materiales como el plástico, se pueden reciclar hasta cinco veces.
Otro tema importante, es que la ley considera la prohibición de los plásticos de origen fósil, sin considerar que los plásticos bio-basados pueden conllevar a los mismos problemas en su fin de vida. Aún existe dentro de algunos sectores, la confusión de conceptos entre bio-basado y biodegradable, que son conceptos completamente distintos. 
Laben Chile pone a disposición de la industria sus capacidades de servicios analíticos y asesorías especializadas, en especial las de Co-inventa, que ha logrado desarrollar servicios que permitan evaluar, cuantificar y comparar alternativas de consumo, aplicando herramientas en línea al ecodiseño.
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