Desde el pasado 3 de agosto se hace oficial la ley que por ahora reduce a 2 la cantidad máxima de bolsas plásticas que se entregan en el comercio, la meta es llegar a cero según el Ministerio de Medio Ambiente, pero, ¿qué tan efectiva es la medida?.
Si bien es válido regular el uso del plástico en el comercio, y es muy importante reducir al máximo, lo cierto es que la propuesta tiene falencias de impacto y es que con la llamada norma “chao bolsas plásticas”, básicamente se busca restringir las bolsas elaboradas con polímeros derivados del petróleo, pero ese no es el único material disponible para las bolsas, existen plásticos provenientes de fuentes naturales renovables, que tienen un menor impacto ambiental (respecto a su fuente de origen) pero que cuando pasan a ser un residuo más, terminan teniendo el mismo impacto que los plástico tradicionales provenientes del petróleo. La ley no amplía la restricción a este tipo de materiales, dejando una ventana abierta que invalida el objetivo de la misma.
La efectividad de la norma requiere de una mirada más allá de la eliminación de un tipo de plástico, se trata de regular los materiales y propiedades de las bolsas. Existen polímeros biodegradables que permiten hacer materiales plásticos que se degradan incluso en 30 días bajo condiciones de compostabilidad, y existen regulaciones internacionales, replicables en Chile, que nos permiten determinar cuando una bolsa es biodegradable, cuando es compostable (degradable bajo condiciones específicas) y cuando no es eco-tóxica.
Reconozcamos que es un buen comienzo. Como sociedad lo necesitamos, pero en el desarrollo de esta ley se debió incorporar la mirada de la industria y la academia.
Esta comprobado que toda norma es perfectible, y esta seguramente que lo es, sobre todo cuando desde el Ministerio de Medio Ambiente se quiere expandir la prohibición a otros productos de plástico como las bombillas. No es menor impactar los usos de higiene que por ejemplo ofrecen estos materiales. Su restricción tiene un directo impacto en la producción de materiales de envase y embalaje; también se impacta indirectamente el consumo de alimentos.
Las alternativas en pro de un menor impacto ambiental existen y merecen un análisis multi gremial por el bien de todos.
Columna de opinión de:
María José Galotto
Directora de Co-Inventa – Innovación en envases y embalaje de alimentos.
AGO
2018