Nuevas soluciones de envasado inteligente en el sector cárnico permiten monitorear la condición de productos en tiempo real

Sin duda la industria del packaging para alimentos ha revelado avances en términos de innovación en materialidades mejoradas. Co-Inventa, en su misión de acercar a las compañías con estas nuevas soluciones en conjunto con LabenChile, anuncian el desarrollo y resultados obtenidos a través de un proyecto de investigación relacionado con envasado inteligente con capacidad de monitorear continuamente la condición de productos de carnes blancas al interior de un envase.

Las típicas problemáticas que se relacionan al envasado tradicional de carnes son la exposición al oxígeno, que principalmente se da en sistemas que no son herméticos; la pérdida de humedad, por la exudación de la carne; la generación de olores y sabores indeseados, los cuales se producen principalmente por la generación de gases volátiles en su interior. Dicho proyecto está orientado a desarrollar un sensor con capacidad de detectar compuestos volátiles generados por la descomposición de carne de pescado y/o pollo, que indique visualmente mediante un cambio de color el estado de frescura.

¿Cómo funciona?

Dicho sensor tiene la capacidad de transmitir la información del estado del alimento, que puede ser obtenido mediante diferentes materiales y técnicas, donde el punto clave es lograr un cambio de color que sea fácilmente observable por cualquier usuario, y que su respuesta no se vea alterada por factores externos; como cambios en la humedad o en la temperatura del ambiente, siendo además, un sistema económico y fácil de utilizar.

Cabe destacar que este sensor ha sido evaluado tanto en condiciones simuladas así como en envases reales, logrando un cambio de color evidente, desde rojo a verde, donde el rojo indica un alimento fresco, mientras que el verde, indica cuando el alimento alcanzó el límite de su vida útil. Para Julio Bruna, investigador líder del proyecto, los resultados obtenidos indican ser un gran avance para el sector, “este proyecto ha permitido realizar un trabajo capaz de detectar la vida útil real de un producto alimenticio, donde en general trabajos de investigación no alcanzan a llegar a la evaluación real del producto envasado. Cabe señalar, además, que durante el proceso, se han desarrollado varios prototipos, los cuales presentan cambios de color en diferentes rangos, los que eventualmente, podrían ser aplicados a una gran variedad de alimentos y con el know-how obtenido, permitiría realizar un producto hecho a medida para un alimento específico” explica.

En paralelo, Julio Bruna agrega que el proyecto se ha enfocado en el desarrollo de un segundo prototipo de sensores, donde se ha alcanzado dar con un sensor eco-amigable, utilizando biomateriales que sean degradables, con compuestos naturales. Permitiendo de esta forma, que no presenten ningún riesgo de toxicidad para la salud de los consumidores. Este prototipo ya ha sido evaluado en condiciones simuladas, observando una respuesta colorimétrica muy prometedora, por lo que prontamente será evaluado en envases reales. Cabe resaltar, que en la actualidad el conocimiento generado permitirá en un corto plazo presentar una publicación, la que ya se está redactando, para una publicación en una relevante revista internacional del área.

Un gran aporte para la industria

Bruna señala que es un tremendo aporte y que daría solución a relevantes  problemáticas “cabe destacar que una de las principales problemáticas es la alta tasa de desperdicios de alimentos, lo que en el último tiempo ha generado gran preocupación a nivel de seguridad alimentaria; así como las pérdidas económicas que se han estado generando en todos sus niveles, afectando a productores, intermediarios de la cadena de distribución y consumidores finales. Frente a esto, los sensores colorimétricos representan ser una solución real, por ser dispositivos simples y de bajo costo, de fácil manejo e instalación, a diferencia de los sistemas tradicionales que implican altos costos, demasiados sofisticados que implican personas calificadas para el uso de instrumentales más complejos. De esta forma, así evitamos el desperdicio innecesario de alimentos y las pérdidas asociadas” concluye.

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