Por Dra. María José Galotto, directora de Co-Inventa:
En los últimos años en nuestra sociedad se ha cuestionado el uso de materiales plásticos en general, y específicamente como envases para alimentos, principalmente debido al impacto medioambiental que estos generan. Sin embargo, para cuestionar racionalmente el uso de envases plásticos hay que analizar todo el sistema. Actualmente a nivel mundial se estima que se pierde un tercio de los alimentos producidos y/o cosechados, lo que tomando en consideración la falta de alimentos debería hacernos reflexionar acerca de que estamos haciendo mal. Los envases (y entre ellos los envases plásticos) son una gran herramienta para disminuir esta pérdida de alimentos, ya que su uso permite mantener la calidad del alimento por mayor tiempo, aumentando por tanto su vida útil y disminuyendo las perdidas por no calidad. Por esta razón los envases plásticos juegan un papel fundamental al tener propiedades que otros materiales no tienen a un precio asequible.
¿Cuál es el problema entonces? El problema se basa fundamentalmente en qué hacemos con el envase una vez este ha cumplido su función, qué hacemos con el residuo de los envases. Chile ha quedado muy retrasado en esta materia respecto a otras economías, como la Unión Europa, donde ya en los años ’90 se empezó a trabajar con sistemas de recogida separada de residuos. En estos momentos en Chile se está empezando a aplicar la Ley Rep (ley de responsabilidad extendida al productor) e incluso Chile se ha sumado al concepto de la nueva economía de los plásticos liderada por la Fundación Ellen MacArthur, que tiene como objetivo disminuir la cantidad de residuos plásticos y valorizar estos mismos para su reciclado, reutilización posterior.
Sin embargo, a pesar de estas iniciativas, no se está trabajando en un sistema integrado, que requiere primero que nada educación de la ciudadanía, campañas de concientización acerca de cómo se ha de reciclar un material de envase plástico que ha estado en contacto con un producto, lo que implica lavarlo antes de llevarlo al punto limpio o depositarlo en el contenedor amarillo correspondiente. Se debe difundir, además, que existen distintos tipos de plásticos, con diferentes propiedades y características y por tanto se deben separar de acuerdo con el número de identificación que se encuentra dentro del triángulo y que informa la identidad del material (cuando se combinan materiales diferentes naturalmente se dificulta el proceso posterior de reciclado), además no es conveniente mezclar envases de alimentos con envases de otros productos tales como cosméticos, químicos o de higiene, sobre todo si se pretende valorizar el residuo de envase y ocupar el material plástico reciclado postconsumo, para volver a utilizarlo como envase para alimentos (incorporando el concepto real de economía circular).
Junto con esto, el sistema debe garantizar y resguardar la salud de los consumidores, al respecto Chile aún no tiene legislación respecto a exigencias que deben tener los envases de alimentos (lo que sí ocurre en Europa, USA, Mercosur y otros países). Estas exigencias son las que garantizan la no contaminación de los alimentos con compuestos provenientes de los envases, que en muchos casos tienen toxicidad conocida y demostrada, y si esto ocurre con los plásticos que se utilizan en el envasado de alimentos ¿qué pasa con los plásticos reciclados postconsumo? En ese caso los riesgos de contaminación de los alimentos es mayor y por tanto se requiere regulación y legislación que defina las exigencias que garanticen la inocuidad de los materiales reciclados. El Ministerio de Medioambiente avanza y promueve la economía circular, pero el Ministerio de Salud aún está en deuda en esta materia.
MAR
2023